Si tenéis una segunda residencia, ha llegado el momento por excelencia para disfrutar de ella: las vacaciones estivales. Aunque es inevitable exportar usos y costumbres del hogar habitual, estas viviendas presentan unas especificidades por su temporalidad y estacionalidad. En este sentido, no importa si se trata de una zona de playa o de montaña. Por ello, a continuación desgranamos una serie de recomendaciones tan básicas como universales 😉
- Que en verano hace calor en la gran mayoría de las ubicaciones geográficas es un hecho casi indiscutible. Así, el blanco tanto para las paredes interiores como exteriores es una apuesta segura.
- Los muebles auxiliares y pequeños son los mejores aliados para dar un toque de color y, por tanto, de alegría a los espacios.
- En cuanto al resto del mobiliario, es aconsejable optar por modelos de formas ligeras y de maderas claras, lo cual ayuda a amplificar las estancias y da una mayor sensación de luminosidad.
- En cualquier caso, todos los elementos deben tener una funcionalidad, pues el objetivo de una casa de verano es desconectar, no probar la capacidad de los inquilinos respecto a la limpieza y a la organización.
- Respecto a la iluminación, lo mejor es aprovechar la luz natural, así como elegir puntos estratégicos para la artificial, los cuales permitan optimizar el gasto y crear ambientes relajados.
- Un recurso que nunca falla es incluir en la decoración plantas y centros florales, que son garantía de frescura en el ambiente.
- Por último, recordar que está terminantemente prohibido convertir una casa de playa en un museo marítimo y una de montaña en un templo del estilo rústico. Todos los excesos son malos 😛
Para terminar, unos ejemplos que han superado la decoración estival con matrícula de honor. Esperamos os sirvan de inspiración junto con los consejos previos 🙂