La entrega de llaves del primer piso es un momento inolvidable. Porque abrir con ellas esa puerta de entrada no solo representa estrenar un espacio propio, sino también una etapa vital en la que, si todo va bien, no se da marcha atrás. Es el momento de afrontar un hogar a solas, con todo lo que ello conlleva. Por ejemplo, uno de los frentes a abordar es la decoración del mismo. No todo el mundo tiene la capacidad de visualizar el ambiente que desea para su nueva casa. Esto se trata más bien de un aprendizaje por ensayo y error que puede prolongarse durante años. En cualquier caso, hay una serie de pautas básicas que ayudan en este sentido:
En lo que a colores de pared se refiere, lo más recomendable es optar por el blanco o los tonos neutros, ya que son muy versátiles a la hora de combinar. De esta forma, si no se tiene decidido cómo serán el resto de elementos de la estancia, se evita el riesgo de no acertar y tener que dar otra mano de pintura poco después de haber estrenado la vivienda.
Respecto a los muebles, por supuesto, se debe tomar medidas antes de hacer cualquier compra. Asimismo, no hay que escatimar en aquellos que inciden directamente sobre el bienestar, como la cama, el sofá o las sillas. En este punto, una mayor calidad es sinónimo de una mejor salud. Por otra parte, hay que asumir que la casa no siempre puede estar completa desde el inicio y que no pasa nada por ello.
Así, otro ejercicio necesario en esta tarea es hacer acopio de paciencia, pues encontrar el estilo personal no es sencillo. Se puede ir probando con textiles o auxiliares económicos hasta encontrar una línea que refleje el carácter de los habitantes y apetezca aplicar al hogar en conjunto o por habitaciones. Eso sí, el equilibrio es el mejor aliado, independientemente del gusto en cuestión.
Por último, la distribución: hay que tener en cuenta las fuentes de luz natural y los puntos artificiales en los que colocar las lámparas, así como la ubicación de los enchufes e interruptores. Su disposición se puede modificar con el tiempo, pero adaptarse a la posición original permite ahorrar dicha obra para invertir en otras cuestiones más necesarias en un principio.
Dicho esto, ¿cómo fue vuestro salto a la independencia? ¿Algún otro consejo a compartir tras la experiencia? 😛